viernes, 19 de abril de 2019

La Fragua

Quiero ser tuya y no me dejas. Deseo olvidar todo lo que me está gritando que corra, acallar la voz que se mete en mi cabeza y me susurra que en ti anida el veneno. Pero no es tu veneno, es el mío.

Entre llamadas y distancia había sinceridad. Cada palabra era real, cada gesto, instintivo. Todo lo que decíamos tenía un sentido, nosotros. No existía el gesto impuesto, no se aceptaban las mentiras. Tus ojos me miraban y yo sabía que iba a ser tuya, no quizás tanto que tú serías tan mío. Tus manos jugaban con las mías y había deseo. Te reías, me mordías y yo era poderosa.

La música sonaba y en un contoneo uniforme me veía como protagonista de alguna película, una muy buena por cierto ya que tu atención era continua. Tus labios me susurraban secretos que hoy me martirizan. Me desarmaste para herirme lentamente. Me quitaste el escudo protector. No necesitaba nada más, podía estar sola. Me gustaba estar sola. Ahora esta imposición me quema porque no los tengo a ellos y no te tengo a ti. Cuanto más nos hemos acercado más lejos te siento, te lo dije unas páginas atrás.

Mi refugio, mi amigo, mi risa, mi persona favorita, mi niño, mi hombre, todo. Eres todo. ¿Y yo? Yo quiero ser tuya y no me dejas.