miércoles, 23 de noviembre de 2011

historia de dos almas

Cuentan que se encontraron, frente a un espejo, se vieron a los ojos y fue inevitable.

Ya no podía tolerar más la decepción, el dolor y el fracaso de una vida que siempre la había cuidado y que ahora parecía alejarse de ella. La mano que siempre había sostenido su espalda la empujaba con fuerza hacia el precipicio. La gente la veía pero no la comprendía, sólo la fachada; a penas la punta del iceberg.

Siempre pensaba que las cosas deberían ser más sencillas, que no había que darle tantas vueltas a todo y esto era en realidad la preocupación constante de aquel que debía ser cuidadoso para no entregar demasiado a aquellos que no lo merecían. Sentía cierta incomprensión del mundo, de aquellos que lo poblaban. Entre amigos, compañeros y familiares que lo querían debía elegir a quiénes en realidad debía querer pues en más de una ocasión lo habían defraudado.

Sostenían la mezcla en sus manos, dejaban que el papel se deslizase entre sus dedos para sucumbir al humo que posteriormente llenaría sus pulmones para salir después, entre sus labios. Miraban por la ventana, una ventana que siempre estaba ahí, con lluvia, sol, viento.. pero siempre ahí. Su tendencia a rememorar viejos tiempos era sin duda el motivo por el que tenían la capacidad de perdonar y su capacidad para pensar que el presente un día sería rememorado como pasado era el motivo por el que lo vivían con extrema intensidad.

Entre la piedra donde ya antes habían perecido otros, donde ya antes habían besado el frío de un invierno entre el adormecimiento neuronal propio de una noche como aquella, se dieron cuenta.
"Cuentan que se encontraron, frente a un espejo, se vieron a los ojos y fue inevitable"

sábado, 8 de octubre de 2011

algo imaginario

Una mañana, quizás de sábado o domingo, se levantó de la cama. Tendría unos cinco años, estaba descalza y dejaba a su madre dormida aún en la cama. Corrió al salón. Solo llevaba una camiseta vieja y unas braguitas de esas verdes con lunares blancos que llevan los niños. Allí, en la estancia iluminada por los primeros rayos del sol, vestido con una camisa de rayas naranjas y blancas, con sus vaqueros y con las gafas estaba su padre. Vió los papeles desde la puerta, vió las maletas y el maletín marrón que lo acompañaba cuando se solía ir. Frunció el ceño confusa. ¿Porqué? Pensó. Se subió a la silla que habia en el salón para encontrarse a una altura más apropiada. Él la miró con rostro controverso, por un lado una sonrisa de confianza y por otro el dolor de unos ojos completamente rotos.

-¿Dónde vas?
- No me voy, siempre estoy contigo ¿no lo sabes?
- Si...
Él la tomó en sus brazos y mirándola fijamente se explicó

-Me voy a África
-Papá! LLévame contigo!
-No puedo, tengo que ir a trabajar tu tienes que quedarte con mamá

Pero Mamá no era divertida... Siempre estaba triste, como amargada por algo que la niña no entendía. Mamá trabajaba todo el día. Ella anhelaba estar con otras personas pero sobre todo con él. Su protección y su conexión, no quería dejarlo ir.

-¡Yo quiero ir a África contigo!
-Te prometo que irás a África conmigo, pero ahora debes estar con tus hermanos

Sus hermanos eran lo que la ayudaban a permanecer en casa, cuando Mamá lloraba ella corría a la habitación y se protegía entre los brazos de su hermano el más pequeño de los tres.

-¿Pero prometes llevarme algún dia?
-Claro, voy a ir a África y voy a hacer una granja, con muchos animales para que cuando vengas puedas jugar con ellos y seas la jefa
-¿En serio? Y va a haber cocodrilos?
-¿Quieres que los haya?
- Si Papi!!
- Pues entonces los habrá, te lo prometo

Ella le sonrió. Le tocó con su diminuto dedito la nariz, lo besó y lo abrazó muy fuerte. Él la dejó suavemente en el suelo, cerca del pasillo oscuro que llevaba a la penumbra de la habitación dormida. Mientras, el desaparecía por la puerta con sus maletas y papeles.

-Papá! No te olvides de los cocodrilos! - Gritó la niña desde el pasillo
- Claro -la cara amarga- te quiero hija

Cerró la puerta. Durante meses llegaron cartas que explicaban con todo lujo de detalles su estancia en África. A veces la niña respondía con la ayuda de su hermano para preguntar cuándo volvería y siempre era la misma respuesta, "pronto".
Él volvió. Nunca hubo granja. La niña nunca fue a África. Cuando la niña tuvo 14 años él volvió a irse. Empezaron a llegar regalos caros. Visitas cada vez más breves y 14 años después permanece el recuerdo de aquella imagen en su mente. Casi se puede oler y sentir del mismo modo si se cierra los ojos. Objetos rodean su vida y la niña, que siempre lo será, permanecerá sin tener lo más deseado

-Papá, llévame contigo!
-Vale.

miércoles, 25 de mayo de 2011

resultado perdedor

El sin sentido de su vida había invadido de nuevo su ahora perversa mente. Era muy temprano para poder acallar su dolor y era demasiado tarde para que fuesen evidentes los signos de aquella perturbación letal.

Cuando ardía dentro de sí solo podía sumergirse en el fondo de su bañera, mientras el agua le caía fría sobre sus ojos. El tiempo y la ansiedad habían hecho estragos nuevamente en su controlada existencia. No había podido evitar que tropezase una vez más consigo misma. No pudo hacer más que dejarse ahogar. El suicidio era un detalle escabroso en un cuaderno que parecía otorgar más poder de el real, es cierto, ahora recordaba con claridad a aquellos dos enterradores con los que una vez se había reído.

¡Sin embargo el pobre Werter era más inteligente de lo que todos esperaban!

jueves, 31 de marzo de 2011

se hizo el silencio

La realidad reventó en sus oídos colmando por completo su cuerpo de sufrimiento y traición. Puede que en realidad ella ya lo supiese pero no podía protegerse más.

Mar. Eso es lo que necesitaba, desaparecer en el mar entre oleadas de gaviotas. Quería evadirse de todo aquello que la rodeaba y eliminar las nuevas premisas de su corazón y de su piel. El asesinato siempre le había parecido algo burdo y cobarde pero ahora la natural tintura de la venganza se apoderaba de sus ojos, de su boca y de sus manos. Podría mancharlo todo.

Renunció a fantasías para escuchar mentiras y solo mentiras. Renunció a la sonrisa por mera curiosidad; esa curiosidad que acabó con la vida de más de uno.

¿Podría volver a volar?

No hubo respuesta. Se hizo el silencio

miércoles, 30 de marzo de 2011

sopa de letras

Qué fugaces mis promesas y las nuestras.

Cuántas palabras más se derramarán en mi cuello y en tus oídos para que por fin se claven en el alma.

Cuánto tiempo y cuantos segundos, escritos en letra y sobre un papel, han de correr sobre nuestros cuerpos para que te quedes aquí.

Cuántos vocablos pertenecientes a una misma lengua han de besar la madera que guardamos para que esta deje de astillarse.

Cuántas lágrimas sobrecargadas de crueldad han de esquivarse para poder caminar sin caernos.

Cuántos juramentos mentirán para que la mentira sea realidad.

Olvidé por un segundo cuánto lo amaba y que con eso, es imposible caer en el olvido.

miércoles, 26 de enero de 2011

algo imaginario (gaviotas)

Desde la que había sido la habitación de su hermano siempre veía como volaban. En círculos.

Llevaba ya cuatro años en aquella casa y todavía no la sentía suya. Sentía que en aquellas paredes todavía permanecía una historia pasada pero no eran las imágenes de ahora las que la hacían sentirse cobijada, por el contrario, en cada rincón veía recuerdos perdidos: todavía estaba allí la enorme bañera, la cama con su manta de punto, la mecedora de madera, los cuadros y fotos que inundaban las habitaciones, las alfombras cálidas que recogían sus pies del frío, el sofá color salmón y aquel mapamundi que colgaba en el salón sobre la mesa negra de cristal. Todavía estaban allí.

¿Como olvidar todos los recuerdos de aquellos muros que ahora no entendía? Se veía así misma, recreando sueños en su cuarto, gritando, luchando y huyendo de su hermano entre risas y juegos. Ahora, mientras lloraba en el baño ya no había bañera, no era azul, no estaba el cuadro ¿Que como era? Era un cuadro en tonos azules (al igual que el resto del habitáculo) en el que aparecía una mujer de cabellos dorados paseando por la playa; siempre lo veía al levantarse y siempre lo veía antes de irse a dormir. No le gustaba pero ahora... Ahora pagaría millones por aquel maldito cuadro.

Quizás un día tenga una hermosa casa de paredes claras con un sofá oscuro y una chimenea, con una habitación tranquila donde la cama la aguarde con calor y cariño. Eso sí, desde la ventana debería poder ver como las gaviotas vuelan, y el mar.