martes, 30 de noviembre de 2010

"son como perlas"

Entre mis zapatos se perdían las piedras, chocando unas contra otras y deslizándose bajo mis pies entre el agua de los charcos.

El cielo estaba completamente cubierto y el frío endurecía mi piel. Llevaba mis manos en los bolsillos y caminaba sin descanso. El vao que desprendían mis labios me recordaba que estábamos entrando en diciembre y que cada día los días de verano se alejaban más en el tiempo y que ahora, mi ejercicio diario era más costoso; cerraba los ojos muy fuerte y recordaba uno a uno los días de calor, el agua fresca y la arena caliente, la brisa de las noches de julio y las estrellas... esas estrellas que se podían alcanzar con la mano, recordaba también todas las sonrisas y como nos escondíamos del mundo. Recordaba en particular unos ojos, esos preciosos y perturbadores ojos verdes que enloquecían mi memoria con imágenes demasiado nítidas para ser fruto del recuerdo. Traigo a mi presente todavía, sus caricias despistadas entre un murmullo de gente, su atención regalada en medio de una noche de sonámbulos estúpidos que se querían demasiado como para no resvalar sobre la conciencia de la inmoralidad de aquellos que juzgaban desde dentro, incluso acerco su media sonrisa dedicada.

Ahora el viento del invierno intenta enfríar todas las gotas de los árboles para convertirlas en nieve. Pero la nieve es agua, y volverá a ser agua.