martes, 23 de enero de 2018

La diferencia

Un día cualquiera

Te levantas por la mañana temprano y todavía es de noche. En la cocina ya está ella, preparando el desayuno.

-Buenos días- te dice.

- Buenos días.

- Te he preparado zumo de naranja.

Pasa a tu lado dejando un vaso con el zumo y te da un beso.

-Guapo.

Te preparas delante del espejo. Coges todas tus cosas: tus libros, la bolsa, llaves y cartera. Te introduces dentro de un polar y te diriges a la puerta.

- ¿Tienes mucho trabajo hoy?- te pregunta.

-Bueno, hasta que llegue allí no lo sabré- respondes.

-Seguro que irá genial. Estás muy guapo por cierto, me encanta cómo te queda el pelo así. Te quiero mucho- dice cerrando la puerta.

Conduces una hora. Todavía es de noche. Papeles y papeles, el reloj avanza implacable. Tienes hambre y a penas tiempo para comer. Con el estómago lleno te enfrentas a las soporíferas primeras horas de la tarde. La camisa que llevas parece más incómoda de lo normal, dos cercos decoran ahora tus axilas. Te duele la espalda y todavía te quedan tres horas más. Ves el móvil y tienes un mensaje.

-¿Cómo llevas la tarde? Venga, ya no te queda nada. Y por si se te olvida, eres el mejor para mí.- es tu chica.

Otra hora de coche. Llegas a casa y te das una ducha rápida. Tus amigos te esperan para ver el partido. Mala pinta, parece que tu equipo va a perder. Pizza, cerveza y un poco de humo en el balcón. Una charla poco profunda pero productiva. Os despedís, mañana toca madrugar de nuevo.

-Tío, eres la ostia. En serio, siempre me haces reír y siempre siento que venir a tu casa es refugiarme. En serio, te quiero tío- te dice uno antes de irse.

Llegas a la habitación y ella está leyendo. Te pones un vídeo y poco a poco los ojos te van pesando más y más. Te giras hacia la izquierda. Unos brazos te agarran, un beso en la nuca.

-Buenas noches, descansa mi amor.

Se apaga la luz.


El mismo día cualquiera

Te levantas por la mañana temprano y todavía es de noche. En la cocina ya está ella, preparando el desayuno. Pasa a tu lado dejando un vaso con el zumo delante de ti.

Te preparas delante del espejo. Coges todas tus cosas: tus libros, la bolsa, llaves y cartera. Te introduces dentro de un polar y te diriges a la puerta.

- ¿Tienes mucho trabajo hoy?- te pregunta.

-Bueno, hasta que llegue allí no lo sabré- respondes.

Te mira y cierras la puerta.

Conduces una hora. Todavía es de noche. Papeles y papeles, el reloj avanza implacable. Tienes hambre y a penas tiempo para comer. Con el estómago lleno te enfrentas a las soporíferas primeras horas de la tarde. La camisa que llevas parece más incómoda de lo normal, dos cercos decoran ahora tus axilas. Te duele la espalda y todavía te quedan tres horas más. Ves el móvil, vacío.

Otra hora de coche. Llegas a casa y te das una ducha rápida. Tus amigos te esperan para ver el partido. Mala pinta, parece que tu equipo va a perder. Pizza, cerveza y un poco de humo en el balcón. Una charla poco profunda pero productiva. Os despedís, mañana toca madrugar de nuevo.

Llegas a la habitación y ella está leyendo. Te pones un vídeo y poco a poco los ojos te van pesando más y más. Te giras hacia la izquierda. Ella hace lo mismo hacia su lado.

Se apaga la luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario