sábado, 29 de julio de 2017

El recuerdo

Pica pica en los labios, pequeña angustia en el estómago.

El muelle se balancea bajo nuestros pies, huele a mar, la brisa fresca lo eriza todo. Tengo frío pero unas palabras cambian de golpe mis pretensiones "quiero ría". Nos sentamos en la parte superior, el vaivén se hace cada vez más notable y frente a nuestros ojos pequeñas luces que, aun en julio, parecen de navidad. El cielo ya no es azul, tampoco negro; se inicia la oscuridad despertando las estrellas (solo unas poquitas). La Luna preside todo el momento con forma de metáfora, de nuestra metáfora, como abrazando el momento. Nubes rosas y anaranjadas al fondo, la costa iluminada por su color favorito.

Todo se mueve, la brisa aumenta pero pierdo el frío. Un halo sobre el espejo que nos devuelve a nuestra tierra, aunque ya no es nuestra sino nosotros de ella. Lo vemos todo: las niñas jugando a ser mujeres, un solitario que quiere hacer una foto, una pareja sin nada que decirse, las luces, el cielo, vemos incluso el silencio. Nos vemos.


 Eso es lo mejor de los recuerdos, lo inmutable de ellos, la fotografía que queda para siempre y tiene aroma, tiene sensaciones, no es estática.

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