Mil ráfagas de imágenes se entrecruzan en mi mente sin poder comprender que es lo que ocurre. Como gotas en un cuenco vacío se precipitan sin descanso entre memorias y diurnas sonrisas. Espectadora que no entiende los atisbos sentimentales que impulsan mis actos hacia una incansante melancolía tan solo interrumpida por mi propia respiración.
Entre las noches y los días se suceden en mi cabeza constantes paisajes protagonizados por un mismo trobador y sin a penas haber llegado a la consciencia me encuentro besando el frío cristal que separa nuestro mutuo pesar. Incómoda a veces permito que el viento se deslice entre ambos siempre permaneciendo el mismo silencio frágil y hermoso que adormece nuestro cuerpo y nos embauca, inteligente.
Muchos han sido y serán. Muchos abré conocido. Muchos se han quedado dormidos. Algunos son y no serán. Algunos los perderé en el tiempo de un camino separado. Algunos se despertarán para irse. Unos pocos serán y son. Unos pocos me darán la mano y se quedarán en mi corazón. Ellos morirán a mi lado.
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