miércoles, 11 de agosto de 2010

Imagen

Entre el humo chispeante que inundaba sin recelo toda la estancia pude recordar la forma en la que todo había ocurrido. Imaginé de este modo un futuro no muy lejano que surgía satisfactorio de mi mente y de su presencia liviana.

Corrompidos al completo por las fantasías allí elaboradas tramaron con extrema facilidad un riguroso plan que seguramente podría convertir todos aquellos mismos sueños en una incipiente realidad. Ella fue consciente de la peculiaridad de aquellos que la acompañaban ahora, citando de nuevo a Ernesto Sábato, en su pequeño túnel.

El sentimiento más hermoso y absoluto dentro de un solo cuerpo diminuto para lo que en él se albergaba, la facilidad de hacer sonreír con una sola mirada y la ilusión de permanencia, la generosidad sin pretextos que permanecía- aunque quieta- sin censura en sus labios, la eterna amabilidad y cariño reflejada siempre en esos preciosos hoyuelos ligados a una canción que no cesaba y sólo podía ser cantada por él y por supuesto no faltaba la destreza de un romance que, tanto a la amistad como a la música se debía en su afán más absoluto, también allí se hallaba el contacto con la alegría y la peculiar forma de persuadir a los demás para obtener su gusto sencillo. Todos allí sentados y juntos. Simplemente ellos.

Pudo verlos. Pudo imaginar.

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